Bañuls Martínez, Daniel
Alicantino de Oro
Con tan solo 5 años de edad, Daniel ya esculpía en el taller de su padre, el también escultor Vicente Bañuls. A los 13 años presentó en conjunto a su progenitor en la Exposición del Círculo de Bellas Artes de Alicante un doble busto que mostraba a Daniel abrazando por la espalda a Vicente. El busto del hijo fue realizado por el padre, y viceversa. En 1923 volvieron a repetir la experiencia, exponiendo ambos en el Círculo de Escritores y Artistas.
Posteriormente participó en el Salón de Otoño de Madrid. Causa grata impresión y es nombrado miembro de la Asociación de Pintores y Escultores de España.
En el taller de su padre, Daniel coincidió con otros distinguidos alumnos como Gastón Castelló, Emilio Valera (con quien contrajo una gran amistad), Adrián Carrillo, Pérezgil o Manuel Baeza; que en los sucesivos años se convertirían en los máximos exponentes del arte en Alicante.
Hacia los años 20 Daniel está cada vez más consolidado en la escultura local. No obstante, viaja frecuentemente a Madrid para estar pendiente de las innovaciones que en la capital de España estaba experimentando el arte.
En 1930 se presenta en un concurso del Ayuntamiento para la elaboración de una fuente monumental en la Plaza de la Independencia (actualmente la de Luceros). Los proyectos se exponen en el Salón Azul, y Daniel compite contra José Samper, José Esteve y Casiano Copado Bernal. No obstante, Bañuls consigue ganar el concurso gracias a su proyecto bajo el lema “Levante”. Su fuente hoy en día aún es considerada como uno de los monumentos más representativos de la ciudad.
Ese mismo año fue intenso para Daniel, pues también elaboró el busto del Dr. Rico para el Castillo de San Fernando y en representación del Ateneo es jurado del Concurso de Carteles de Hogueras.
El comienzo de los años 30 le supone una etapa de gran trabajo y actividad en la ciudad. Por ejemplo, en 1931 realiza una cabeza de niño para el Diario de Alicante y al año siguiente fue miembro del jurado de la elección de las Belleas. Adquirió la costumbre de desayunar todas las mañanas antes de trabajar con su amigo Emilio Valera en una cafetería de la Explanada, donde con la vista se relajaba y adquiría inspiración para el trabajo del día.
En 1935 viajó a París, con el fin de conocer lo que se estaba haciendo en la capital mundial del Arte. Este viaje le maravilló e inspiró decisivamente en su posterior obra.
Sin embargo, como a tantos otros de sus contemporáneos, el inicio de la Guerra Civil cuartó completamente sus aspiraciones artísticas. Durante estos años, en lugar de dedicarse a crear, tuvo que colaborar en la Junta del Tesoro Artístico de Alicante por la conservación del patrimonio artístico en el marco de la contienda militar.
Tras el fin de la guerra, en 1941 se le encargó la elaboración de la escultura masculina que domina el Monumento en Memoría de los Caídos de la Vega Baja, en honor de unos falagistas que en plena Guerra Civil marcharon a Alicante para intentar liberar a José Antonio Primo de Rivera, y fueron capturados y ejecutados. El Monumento se instaló en la Playa de Agua Amarga, y allí permanece aunque desde 2009 se le retiró la simbología franquista y está dedicado a todos los caídos en la Guerra.
Durante estos años de Posguerra su salud empieza a empeorar. A pesar de ello, continúa trabajando en la medida que puede. En 1942 participó con una terracota en la exposición colectiva de la hoguera de Alfonso el Sabio. También colaboró con la Hoguera colectiva de la Plaza del Puente.
En el 44 gana una medalla de primer puesto en una exposición provincial de Bellas Artes en la Diputación por un retrato en yeso.
Además de las obras descritas realizó numerosos retratos (a Emilio Varela, Manuel Baeza, su sobrino Rafael…), así como trabajos para distintias parroquias de la provincia (un Sagrado Corazón para Jijona, un tríptico para Crevillente…) y otras muchas para cementerios o decoración (como niños, animales, grupos…).
Su último trabajo fue un monumento a Carlos Arniches, que no llegó a terminar, pues falleció en 1948 a los 42 años de edad. La obra se terminó y hoy se alza en el Parque de Canalejas.
Innovador y autodidacta, sin duda dejó gran huella en la escultura alicantina y, al igual que su padre, es considerado como uno de los mayores artistas alicantinos de la historia. En 2011, ambos fueron reconocidos por el Ayuntamiento como “Hijos Predilectos” de la ciudad.
FUENTES:
- “ARTE SIGLO XX. LA ESCULTURA EN TIERRAS ALICANTINAS (1918-60)”. Lorenzo Hernández Guardiola.
- Alicante Vivo (www.alicantevivo.org)
- wikipedia