Fábrica de Tabaco
A mediados del siglo XVIII, el Obispo Juan Elías Gómez de Terán construye en el barrio de San Antón un nuevo edificio eclesiástico sobre una ermita dominica ya existente. Fue un edificio de considerables dimensiones, el Asilo y Casa de Misericordia. Su función era la de dar atención y cuidado a los más necesitados.
Años más tarde, la Institución de la Renta del Tabaco decidió abrir una nueva planta en Alicante, que sería la tercera en España (tras las de Sevilla y Cádiz).
El Obispo sucesor de Gómez Terán, llamado Cebrián, tomó la polémica decisión de vender parte del Asilo a la compañía tabacalera. En 1801 la Fábrica de Tabaco comenzó a funcionar.
Después de unos años conviviendo el edificio religioso junto a la fábrica, la demanda de producción hizo necesario dedicar todo el inmueble al tabaco. Para ello se pusieron en marcha varias obras de acondicionamiento y ampliación dirigidas por el arquitecto Antonio Jover. El único recuerdo religioso que quedó de la antigua Casa de Misericordia fue la iglesia donde celebraban las misas.
La nueva fábrica contrató casi exclusivamente mujeres para la fabricación de los cigarros y derivados. Por esta razón, con el tiempo se las empezó a conocer como “las cigarreras”. Al poco de abrir sus puertas, la Tabacalera ya era uno de los principales focos económicos y de puestos de trabajo de Alicante. Empezó con unas 2.500 y fue aumentando progresivamente el número.
Las trabajadoras solían venir de los barrios más humildes de Alicante, como el Casco Antiguo, San Antón o el Raval Roig. También habían de otros puntos fuera de la ciudad, como de San Juan o de Muchamiel.
El 20 de mayo de 1844 ocurrió un gran incidente cuando un incendio destruyó gran parte del edificio. No está muy claro cuál fue exactamente el origen del fuego, algunos apuntan a un fallo de una máquina de vapor o incluso hay quien apuntó a que había sido provocado. 2 trabajadores perecieron en el incendio mientras que intentaban salvar barricas de tabaco entre los encombros. Aún así, algunos medios de la época consideraron milagroso que no se produjeran más víctimas mortales e incluso llegaron a atribuir el hecho a un milagro de la Santa Faz.
A pesar de la enorme pérdida material, la Tabacalera consiguió recuperarse e incluso con el paso de los años superar su producción anterior. En 1869 ya eran 4.000 los trabajadores y a finales de siglo llegaron a ser más de 5.500.
Sin embargo, a finales del siglo XIX comenzaron a producirse algunos problemas cuando la empresa decidió importar unas nuevas máquinas con el objetivo de reducir plantilla. Esto no fue bien visto por parte de los trabajadores, que se organizaron en un gran motín el 24 de agosto de 1888. La crispación siguió durante tiempo, con diversos accidentes como cuando destruyeron una remesa de máquinas entera en 1908.
Pero la mecanización era inevitable, y la Tabacalera fue gradualmente reduciendo la plantilla. Las vacantes se amortizaban y tan solo se contrataba a las hijas de los trabajadores. En 1920 quedaban sobre 2.400 operarios y unas 500 máquinas.
En los años 30 un grupo de trabajadoras decidieron formar su propio sindicato “La Feminista”. Poco después se constituyeron en la Unión Tabacalera. En 1934 llegaron a construirse un edificio propio como sede, sufragado con las aportaciones de los afiliados. Tenía una escuela para los hijos de los trabajadores, así como un salón de actos y una biblioteca entre otras dependencias. Sin embargo, tras la Guerra Civil la Falange se hizo con la propiedad del inmueble, que pasó a ser la Sede de los Juzgados.
Desde 1996 la Fábrica negoció algunas reducciones voluntarias del personal. La empresa Tabacalera se fusiona con la tabaquera francesa Seita en 1999 y forman el grupo Altadis. En 2002 se decidió, tras 201 años en el mismo edificio, trasladar la fábrica al polígono industrial Las Atalayas, situado en las afueras de la ciudad.
Algunos años más tarde la empresa británica Imperial Tobacco realiza una OPA hostil sobre Altadis por la que se queda con las 5 factorías de tabaco que aún le quedaban en España. Los nuevos dueños deciden cerrar definitivamente la fábrica alicantina, algo que se hace efectivo en diciembre de 2009.
El 18 de diciembre de 2019 fue elaborado el último cigarro, 208 años después. En ese momento, la fábrica contaba con 338 trabajadores, de entre los cuales habían todavía 170 “cigarreras”. Algunos de ellos fueron trasladados a las tabaqueras de Altadis que aún funcionaban en Logroño y Santander.
En 2010 se rehabilitó el viejo edificio de Las Cigarreras para usarse como lugar cultural. Desde entonces se organizan frecuentes exposiciones, conciertos y actos culturales en su interior, así como sirve de almacén de numerosas obras artísticas y de despacho de cargos municipales.
En su bicentenaria historia, la Fábrica de Tabaco, Tabacalera o simplemente “Las Cigarreras”; ha supuesto uno de los principales apoyos económicos de la ciudad de Alicante. A lo largo de todos sus años de existencia, se fabricaron centenas de tipos distintos de tabaco, dependiendo de las modas y demandas de cada momento. De todos ellos, el más característico sin discusión fueron los famosos puros “Farias de Alicante”.
FUENTES:
- José Manuel Pérez Riera (ex trabajador de la Fábrica de Tabaco)
-Alicante Vivo (www.alicantevivo.org)
- Abc
- El Mundo